Albert Laguna: Álvarez Guedes y el exilio: una historia contada a carcajadas

August 8, 2013

Antes de comenzar mi programa de postgrado sobre la cultura popular cubana, creía que los miembros de mi familia eran las personas más cómicas y originales del planeta. Esta opinión duró hasta que escuché a Guillermo Álvarez Guedes, me senté con sus 32 discos y me enfrasqué en la envidiable tarea de abrirme camino a través de su obra. No necesité mucho tiempo para darme cuenta de la innegable realidad: todos en mi familia se habían estado robando los chistes de Álvarez Guedes por años.

Mi historia no es única, ni debe serlo. He escuchado sus chistes una y otra vez a través de las redes informales en las cuales estos viajan —de persona a persona y cada vez más por medio de correos electrónicos y sitios como youtube.

Fue precisamente por medio de redes informales que Álvarez Guedes tuvo la oportunidad de cruzar fronteras con su sentido del humor. Se cuenta del contrabandeo de sus discos, introducidos clandestinamente en Cuba y disfrutados por cubanos que eluden las restricciones del Gobierno a cambio de una buena carcajada. Su obra también atraviesa fronteras generacionales. Desde la noticia de su muerte, abundan los comentarios de cubanoamericanos que recuerdan sus discos como una especie de banda sonora cómica de su infancia.

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